Desde los años 40 la contaminación y la polución de las aguas -ya sean marinas, de ríos o residuales- por medicamentos y fármacos es uno de los mayores problemas medioambientales a escala global del sXXI.

En 1940 se publica el primer estudio sobre la presencia de medicamentos de receta de origen sintético, tanto en el medio terrestre como acuático, pero no es hasta los 90 cuando llega a ser una preocupación a gran escala, gracias a dos artículos publicados entre 1997 y 1999, sobre la creciente presencia de medicamentos para uso humano en efluentes de aguas tratadas y el descubrimiento de la feminización de peces machos en algunos ríos provocado por el etinilestradiol.

Los medicamentos y los fármacos se convierten en agentes contaminantes al ser liberados (continuamente) al medio ambiente; desechos industriales, excreciones humanas -y animales– y el desecho por basura doméstica -incluyendo el fregadero y wc- son los mecanismos más importantes. Las aguas residuales municipales, hospitalarias y de producción son las que más compuestos farmacéuticos tienen en activo.

Medicamentos como los antibióticos, pastillas hormonales y antiinflamatorios son los agentes contaminantes más relevantes. Lo que a nosotros nos quita el dolor, se traduce en problemas para el ecosistema marino; problemas de reproducción, fallos de riñones, desórdenes endocrinos y la muerte son algunos de los muchos problemas que acarrean las especies que viven en esas aguas.

La biodegradación de las aguas marinas, estimando el 80% como límite, resulta de unos 28 días, mientras que el período de limpieza la de las aguas residuales tratadas y sin tratar es incierta: las plantas depuradoras no eliminan bien los componentes farmacéuticos, porque están diseñadas para eliminar materia orgánica y patógenos, no para eliminar sustancias de baja concentración, por lo que nuestra contaminación, a parte de volver a nosotros, recorre un largo camino entre ríos, mares y aguas subterráneas.
Los ríos son un claro ejemplo de la necesidad de un sistema de limpieza capaz de eliminar cualquier fármaco que se registre, ya que en un simple análisis se pueden determinar los efectos de unos 40 fármacos.


En un diálogo entre espacio sólido y líquido, las fotografías e imágenes de este proyecto son un ejemplo de lo que sucede, de cómo la alteración en la composición por la presencia de fármacos en el agua de un medio es capaz de alterarlo drásticamente y hacer tales cambios en la biodiversidad del espacio que puedan llegar a ser perjudiciales, irreversibles y mortales para cualquier elemento vivo que se encuentre ahí.

A través de procesos de registro analógicos, digitales y de técnicas científicas (como la visualización por microscopio o el análisis de la composición y ph de las aguas) creo un discurso en el que los medicamentos y fármacos convergen en el propio paisaje que alteran mediante el agua.